La falta de Teléfono Satelital si bien no fue lo pensado, nos dio siempre la pauta de que la única forma de salir era cumpliendo con el desafío. No somos los primeros en recorrerla, hay grandes caminantes de la Península, seguramente lo nuestro no tenga el típico mérito medido en números, puestos o estadísticas, sino en cómo realizamos nuestros proyectos.
Hoy día la aventura, las expediciones, la naturaleza se viven con un montón de visiones y filosofías. La nuestra es una mezcla del gran juego que significa la vida, con el espíritu del servicio que requiere estar atento al plano social hasta de la misma naturaleza, con lo que entendemos como una forma “alpina” de vivirla. Consiguiendo todo nosotros, sin GPS, teniendo en la dieta el pescado que deberíamos sacar y sumando a la expedición varios recorridos de los que no teníamos más referencia que un mapa. Reparando en nuestros descansos los puestos a los que arribábamos, anotando la experiencia, consejos, observaciones sobre ese lugar tan especial. Acertamos al creer que así se viviría de otra forma.
¿Qué necesitamos?
35 kilos en cada mochila con:
- Comida adecuada para 35 días. De almuerzo un poco de granola o arroz cocinado con arvejas deshidratadas. Sin meriendas salvo días contados. Kit de Cocina.
- Bote inflable para cruzar las mochilas en los ríos más complicados (los petates eran demasiado caros así que el bote fue la mejor opción).
- Cuerda de 35m.
- Botiquín con todo lo necesario (incluido hilo para cocer heridas, inyectables, etc.)
- Par de Handies para comunicación interna o barcos cercanos a la costa.
- Imágenes satelitales impresas a color. Brújula.
- Tabla de Mareas.
- Kit de supervivencia y Pesca.
- Equipo Personal.
También necesitamos que cada uno cumpla su parte en la previa y durante la expedición:
- Matías, nadador de rescate y técnico en emergencias médicas, se encargaría de llevar las tablas de mareas, ser el primero en cruzar los ríos más caudalosos y profundos por seguridad. Tener el botiquín completo y a disposición ante emergencias.
- Germán, en la previa fue quien más se encargó de la Planificación por imágenes satelitales de los recorridos, analizando las propuestas de nuevos caminos, también de conseguir las referencias de colaboradores que más tarde nombraremos. Durante la expedición, el Chef Oficial, encargado del itinerario y anotaciones, como de varias otras funciones.
- Marcos, el que más experiencia tenía en larga distancia por haber hecho a los 20 años 900 km del camino de Santiago en invierno en Solitario, y haber vivido en un Paraje de la Puna caminando mucho los cerros, fue quien en general guiaba y manejaba la marcha por estar más acostumbrado al peso y la exigencia física.
La realidad es que todos se terminaron encargando un poco de lo que al otro le correspondía, de eso también se tratan los equipos.
El recorrido.
El inicio se dio el 22 de Enero de 2017, luego de estar 2 días en Ushuaia comprando las provisiones y consiguiendo transporte hasta María Luisa. Podemos dividir el recorrido en cuatro grandes etapas de 7 días cada una aproximadamente.
PRIMER ETAPA - Estancia María Luisa / Estancia Policarpo
Un primer día muy corto pero con espaldas acostumbrándose al peso.
Clima complicado con mucho viento y lluvias todos los días. La primera semana se trató de eso, de adaptarse a las mareas, al viento, al horario de las lluvias, al peso, a las distancias. Todo era grande. Aunque esos siete primeros días tenían todavía algo, gente. Gauchos que aún pueblan la península trabajando del ganado, algún grupo a caballo, otros en cuatriciclo. Hasta la Estancia Policarpo sería así.
Sin frenar demasiado, conociendo hermosas personas, playas y paisajes, teniendo noches de mucho cansancio, yéndose a dormir cuando aún había luz. Tenemos una primera pesca de trucha gracias a los consejos de Martín Imbert, Pacheco, el Chepan en Río Bueno. Ellos si son verdaderos gauchos de la Península.
Llegar a Policarpo fue hermoso, la Turba es complicada, cansa, agota al tener que dar pasos largos y evitando charcos y pozos inútilmente, porque al final del día siempre hay uno en el cual caes. La Península tiene una historia misteriosa y magnífica. Enormes estancias con cientos de empleados con producción lanar, factoría de lobos (claramente siempre hay algo muy negativo en todo al ver las cifras bestiales de matanza de lobos), aserraderos, dragas de oro… Llegar a lugares como la Estancia Policarpo, es realmente impactante y siempre deja en uno una nota de angustia. Recomendamos a quien lea este artículo que averigüe más de nuestra Tierra del Fuego y la Península Mitre, parte de la historia de la Patria está en estos lugares tan alejados, quizás con unas páginas de los libros de Thomas Bridge…
Hasta acá la primera parte de la expedición. Camino marcado, personas, puestos en su mayoría en condiciones, si bien duro, no lo más difícil. Los ríos no fueron de gran dificultad, la dinámica se basaba en uno de nosotros que probaba los mejores cruces, en general cercanos a la desembocadura y en bajamar. El único gran reto lo tuvimos por un error al no chequear bien el cruce hasta el final en el Policarpo; terminó con uno de nosotros nadando un poco con mochila los últimos metros pero nada grave.
SEGUNDA ETAPA - Estancia Policarpo / Bahía Buen Suceso
El 29 de Enero comenzamos esta segunda etapa luego de un día de descanso en Policarpo. No volveríamos a ver gente hasta nuestra llegada al puesto de la Armada en Bahía Buen Suceso. Si algo podemos decir, es que alguna vez en la vida vale la pena conocer Bahía Thetis. El paisaje, el silencio, el mar atrapan como muy pocos lugares que conocimos. Sumado a esto, la pesca de un róbalo daría la magia justa para un atardecer con arco iris y la panza más llena de lo que acostumbrábamos.
Un descubrimiento de herraje de naufragio cerca del Cabo San Vicente sumó a la mística propia de estos paros.
El rodeo de la Bahía es un poco extenso y decidimos cruzar el río en Alta por los horarios, lo cual demandó por primera vez usar el bote y nadar cada uno llevando su mochila. Agua fría, granizo y viento no ayudan para querer seguir caminando. De allí al Faro San Diego y algo inolvidable, la Isla de los Estados envuelta en una neblina, agitando nuestros corazones con el solo hecho de poder tener esa vista para nosotros.
La llegada a Buen Suceso, un punto icónico en la expedición se hizo desear ya que quisimos abrir un nuevo camino que no terminó bien, por un bosque espesísimo, turba y castoreras que inundaban todo. Más allá de eso llegamos al Puesto antes de lo pensado, caminamos a muy buen ritmo, ganando días que usábamos para descanso, nunca nos levantamos más tarde de las 7 am, sin frenar más de veinte minutos al mediodía. Como anécdota, en Caleta Mauricio, una playa hermosísima; la pesca fue un fracaso por el ataque de lobos marinos a las cucharitas dejándonos sin alimento para nosotros.
Una vez en el Puesto de la Armada, los ánimos volvieron a subir ya que luego de 15 días teníamos una ducha caliente, la posibilidad de avisar a los familiares que estábamos bien y con energías, pan casero y calidez de parte de una Guardia que no paró de mimarnos por ese lapso de descanso… por suerte pudimos darles en retribución buenas historias y otro róbalo fresco para la cena.
TERCERA ETAPA - Bahía Buen Suceso / Bahía Aguirre
A partir del 5 de Febrero podríamos decir que comenzó la parte verdaderamente dura de la expedición. No más gente, caminos mucho menos trajinados, apenas por guanacos y baguales obstinados,
mucha montaña y ya un cansancio de quince días y 200 kms de camino.
Si bien parece poco para la cantidad de días, les aseguramos que para la geografía, el clima y las circunstancias de la Península, es mucho.
Primer gran desafío: Montes Negros. Para comenzar con la seguidilla de innovación según la información que teníamos o que en realidad no teníamos, decidimos buscar sus filos e intentar en un día lo que se realiza en dos días por la costa. Si bien las primeras cuatro horas solo avanzamos unos cuatro kilómetros por un bosque podrido, impenetrable y excesivamente empinado, “persevera y triunfarás” y en la quinta hora llegamos a las lengas achaparradas y poco tiempo después lo que serían los primeros caminos de guanacos en filos que veríamos. Les aseguramos a los interesados, que los guanacos son los grandes arquitectos y montañistas, exploradores y pioneros trazando líneas estéticas y perfectas filando entre cumbres, ladeando piedras complicadas, cubriéndose del viento… Luego de 12 horas de pelearla, llegamos a Bahía Valentín no sin dejar de mojarnos los borcegos en la turba. Los castores distorsionan el paisaje e inundan y cambian el recorrido de los arroyos produciendo desastres.
Segundo desafío: Naciente del Río 21 de Febrero. Como la victoria de la travesía anterior nos dio ánimos, luego de un día de descanso y reparaciones en el puesto “Primer Valentino”, encaramos analizando minuciosamente las imágenes satelitales, un filo secundario que corría por detrás del cordón de los conocidos Pirámide, Atocha y Campana. Otra vez luchando un par de horas contra el pastizal, la turba y la lenga llegamos a los filos donde nos envolvió una tormenta pasajera con un viento tremendo y visibilidad de par de metros. Acampamos ya en la naciente del río después de caminar casi a ciegas; y al día siguiente con esfuerzo pudimos bajar el valle caminando más de cinco kilómetros por el lecho del río en calzas y zapatillas de neoprene. El río si bien frío, es mucho más transitable que la turba, el barro y el bosque. En dos días logramos lo que tarda normalmente tres.
Por último de 21 de Febrero, realizamos en un día sumamente largo el recorrido que nos llevaba hasta la renombrada Estancia Aguirre en Puerto Español. Jornada muy exigente, más bien por la presión psicológica de querer llegar ahí sanos y salvos, cumpliendo todo lo que nos habíamos propuesto, y así fue.
Vale la pena decir que en nuestros días en Aguirre descansando, conocimos las cuevas de Gardiner, el casco de la Estancia, y pudimos realmente vivir de la pesca.
La última tarde, fuimos con nuestra cañita a doscientos metros de la desembocadura y después de estar media hora sin ningún pique, con algo más de actitud nos arremangamos pantalones y con el agua por las rodillas, en 20' sacamos dos róbalos de tres kilos y uno de kilo y medio, se imaginará el lector la dicha y orgullo que nos daba el lograr las pescas que tenía un puro sentido de supervivencia. Si hay algo que se siente en la Península, es el hambre.
CUARTA ETAPA - Estancia Aguirre / Destacamento de Moat
Creemos que definitivamente fue la etapa más dura de la expedición. Vale la pena quizás explicar que para los tres este viaje se trató de algo más que lo deportivo o solo el amor al arte, o la exploración inédita... Se trató de tener un espacio y un medio para poder abordar tantos temas personales y cuestiones familiares, tantas preguntas y dudas que acechan a los jóvenes como nosotros, que con 24 años debemos saber que queremos de nuestras vidas. Es complicado, y más cuando nos enseñan en la sociedad que la Naturaleza es algo distinto a lo cotidiano.
Así que en esta clave se entiende lo duro del final, ya que todas las noches trataban mucho de charlas del... “cuando vuelva”, los proyectos, las conversaciones que le debemos a algún conocido, de querer avisarle a nuestras familias solo una cosa: LO LOGRAMOS. Y así fue, aunque se hizo desear…
Tercer GRAN desafío: Filo de los Lucio López. Esta extensión de la cordillera de los Andes fue trajinada en algunas partes por los gauchos de la Península, por algunos exploradores, aunque en lo práctico solo teníamos referencia de un grupo de tres jóvenes (a dos conocimos en Río Bueno, Imbert y EL Chepan, nombrados anteriormente) quienes habían recorrido gran parte de sus filos. Sin embargo no teníamos ninguna certeza de poder realizarla completamente.
Una vez más a fuerza de hacerse camino entre canelo, michay, lengas y pastizales, llegamos a los filos y durante 2 días muy duros los recorrimos realizando una cumbre tras otra.
El cansancio, el viento excesivo, y la nube que nos cubrió totalmente el segundo día hicieron muy dura la travesía. Pero no por eso dejamos de concretarla. Luego de eso, estábamos cruzando en cinco minutos con el bote y a nado, la desembocadura del río López para llegar a un rancho viejo en la Bahía Sloguett.
Ya teniendo más de 300 kilómetros recorridos, el día 17 de Febrero, estábamos dispuestos a realizar en un solo día el tramo de casi treinta kilómetros que une Bahía Sloguett con Moat. A la mañana nos esperaba una tormenta durísima, por la cual no nos achicamos.
Nos pusimos todo lo impermeable que teníamos y salimos a caminar sin parar (cuando llovía no frenábamos porque no hay donde descansar, todo es barro y frío) cinco horas y media hasta llegar a un lugar cerca del Faro San Pío. Empapados y a mitad de camino de Moat, encontramos un rancho perteneciente a un conocido gaucho de la Península, y en él nos cobijamos de un viento que nos tiraba al piso. Unas tortas fritas y mate subieron el ánimo, pero la cosa empeoró hasta la noche.
Al día siguiente salimos como le decíamos: “A cara de perro” a caminar bajo la lluvia, pero a la hora y media nos encontramos en la desembocadura de un río del que nadie advierte ni nombra por lo chico y fácil de cruzar, el río Vaca. El mismo tenía agua hasta el pecho, arrastrando troncos, árboles, piedras de la tormenta que castigaba ya hace dos días. Algo extraordinario, a pesar de haber caminado días sin parar, de haber superado todo, de haber salido bajo la lluvia y viento, un río inexistente nos estancaba a 5 hs. de la conclusión de la expedición. Nos reímos, lo entendimos luego de intentar cruzarlo y darnos cuenta el riesgo, y volvimos al rancho. Así tenía que ser. Aseguramos no achicarnos, simplemente reconocer los límites.
El último día de la Península estuvo lleno de emociones, cruzar el río que ya había cedido, caminar rapidísimo una distancia que en teoría llevaba tres horas entre Rancho Viejo y el Tambo en solo dos, llegar a la noche luego de una mala experiencia con un poblador ebrio de la zona. Y eso que era la primera persona que veíamos luego de 15 días... Pero no importa. A mal tiempo, buena cara, a las 20:00 hs estábamos siendo recibidos por la Guardia de Turno del Destacamento de Moat que nos abrió sus puertas con mate y galletitas, calefacción y ducha.
El resto es sensación de un cansancio tremendo por la tensión de los últimos días, pero la convicción y satisfacción de haber logrado las cosas a nuestra forma y en su totalidad.
Solo nos esperaba hacer dedo hasta la ciudad ya que no teníamos transporte auspiciante de la expedición. Ah, eso sí, también nos esperaba recuperar los 6 kilos promedio que cada uno había bajado...
Para amar algo debemos conocerlo, la Península necesita amor y personas amantes de sus paisajes y biodiversidad, de su historia, dispuestas a recuperar sus puestos, mantener su pureza, velar por su seguridad. Quedamos a disposición de quienes estén interesados en saber más de este lugar tan especial y único de nuestra República. Recorrer Patria para nosotros es una forma de empezar a hacer Patria.
No somos reconocidos deportistas de alto rendimiento, ni grandes competidores o locos de la guerra que buscan reconocimiento constantemente, somos personas normales con un anhelo por pisar fuerte en lo que hacemos, rompiendo los paradigmas que día a día nos ofrecen en la cotidianeidad de estos tiempos. Esta expedición es una forma de dar testimonio de esto. De poder transmitir un poco a nuestro entorno, a nuestras familias,
que lo que más se necesita es voluntad para lograr lo que queremos.
Agradecimientos.
Queremos agradecer primero y antes que nada a Ignacio Amalvy Degreef, amante y caminante de la Península, pionero del documental Latitud 55º Sur, quien sin esperar recompensa alguna, siempre estuvo a disposición para sacarnos las dudas en tan poco tiempo. A Sergio Anselmino, quien nos incentivó enseguida a descubrir los rincones menos visitados de estas tierras.
A la Familia Ercole Zapana, nuestros Anfitriones y colaboradores en una Ushuaia que se hizo hogar. A Daniel de MDA OUTDOOR, que con sus consejos, mates y descuentos, nos dio el empuje para poder ir equipados de la mejor manera. A nuestras familias que tanta paciencia nos tienen.